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Se llama sanatorio a un establecimiento destinado a la asistencia y curación de enfermos y convalecientes pero más especialmente de los tuberculosos, habiéndose construido tanto para personas ricas como para las clases populares.
En el siglo XIX, tras conocer el origen de la tuberculosis, comienzan a proliferar los sanatorios en Europa, mejorando su pronóstico y comenzando a cortar la cadena de transmisión. Boehmer y Dettweiller fundan los primeros sanatorios en Alemania.
La base del tratamiento higiénico dietético que se empleaba en los sanatorios era la permanencia continua al aire libre tanto en invierno como en verano. En unos casos los enfermos paseaban por sitios cuidadosamente limpios de polvo y resguardados del viento, especialmente entre bosques de pinos. En otros, descansaban en sillas-camas en salas completamente abiertas, dispuestas ad hoc desde las primeras horas de la mañana hasta que cierra la noche. Durante esta, las ventanas permanecen abiertas o bien se renueva el aire mediante aparatos de ventilación sin que se suspenda este procedimiento a nos ser en las épocas más crudas del invierno. Representa asimismo papel importante la alimentación en que predominan los albuminoideos naturales (carne, huevos, leche) o bien los artificiales (plasmón, tropón, somatosa, purés, etc.) Completan el plan dietético la gimnasia, el masaje, los baños y la hidroterapia fría.
Para elegir el sitio del emplazamiento debía darse importancia a que estuviera resguardado de los vientos del Norte y del Este y en ciertas comarcas (Noroeste de Alemania), del Oeste por la interposición de bosque y montañas. Era preferible que los enfermos tuvieran la posibilidad de pasearse por terrenos secos, poblados de bosques de pinos. En las comarcas montañosas, debían escogerse sobre todo valles abiertos hacia el Sur y huir de puntos envueltos en nieblas así como terrenos húmedos.
Los dos sexos debían estar rigurosamente separados y los enfermos instalados en un solo edificio en los establecimientos de poca importancia y en los de mayores dimensiones en pabellones separados por más de dos pisos. Los edificios de la administración, las habitaciones de los empleados y sobre todo la vaquería debían estar separados del edificio de los enfermos. En estos, los locales destinados a dormitorios serían distintos a los ocupados por los enfermos durante el día. Las paredes debían ser tan impermeables como fuera posible y fáciles de lavar. Era preferible la calefacción central a las estufas a causa de la producción de polvo que acompaña a estas últimas.
El modo de funcionar de los sanatorios debía estar sometido a un médico en jefe como en un lazareto militar. Además, debía haber un médico ayudante para cada cincuenta enfermos.[1]